Veneno de abeja

Le venin d’abeille

Charlemagne curaba sus ataques de gota con picaduras de abeja… o eso se afirma. Lo cierto es que el uso del veneno de abeja como medio terapéutico está atestiguado por Hipócrates, Celso y Galeno, mucho antes de la famosa gota del emperador. 

Fue en 1914 cuando Terc, médico y apicultor austriaco nacido en Bohemia, comenzó sus primeros experimentos. Terc, que padecía reumatismo, se asombró al comprobar que su dolor disminuía tras ser picado por abejas. Estableció una relación “causa-efecto” y, durante más de treinta años, experimentó con este veneno en varios centenares de pacientes reumáticos, creando una nueva ciencia médica: la apiterapia.

Al tratarse de “productos de la colmena”, es imposible ignorar esta terapia, sobre todo porque, al parecer, la apipuntura (nombre culto del tratamiento con picaduras de abeja) se toma cada vez más en serio. Sin embargo, hay que ser prudente. Si la miel, la jalea real, el polen o el propóleo no son tóxicos ni presentan contraindicaciones importantes, ya sea solos o como coadyuvantes de otras terapias, no puede decirse lo mismo del vino de abeja. 

Sin embargo, varios autores parecen no tenerlo en cuenta y aconsejan, sin ninguna precaución, tratamientos a base de veneno para combatir tal o cual ataque reumático.

Por eso parece importante citar las siguientes líneas del Dr. J.-P. Bonimond, publicadas en la Revue Française d’Apiculture (n°366, 1978, p.67): “Si se quiere utilizar el veneno con fines terapéuticos, hay que saber que un cierto porcentaje de sujetos son alérgicos o sensibilizados a él. Sólo después de haber tenido la certeza de que la inocuidad de un tratamiento con veneno de abeja es real y constante, podrá emprenderse: tanto más cuanto que se tratará, en los casos previstos, de una apiterapia a largo plazo.

Obviamente, no es la intención de este documento ignorar y rechazar las aplicaciones terapéuticas de la apiterapia. Es necesario insistir en los posibles peligros de un tratamiento realizado sin conocimiento previo de los riesgos que conlleva. La salud es -también- una cuestión de prudencia. Dado que se trata de un producto que conlleva unas normas de aplicación estrictas, es necesario tener en cuenta que se debe solicitar asesoramiento médico antes de emprender esta forma de terapia. 

«No hay rosa sin espina, ni abeja sin aguijón.»
«La dulzura de la miel no consuela el aguijón de la abeja.»

Proverbes

extractos de La salud a través de la miel de Jean-François Chèzeries (LDP)